Lo mencionado, se expresa en una nueva ruralidad, donde las personas viven en forma itinerante en ambos escenarios territoriales provocada por la necesidad de supervivencia. Estos movimientos itinerantes de la población rural pueden haber influido en la reducción de producción de alimentos básicos, provocando que en los últimos 10 años se haya triplicado la importación de alimentos, por otro lado, se puede evidenciar cada vez más el impacto negativo del extremo minifundio en las zonas del Altiplano y de los Valles, que influyen entre otros, a la producción de alimentos y seguridad alimentaria.
En cuanto al cambio climático se puede constatar, según estadísticas, un aumento de eventos climáticos extremos como heladas, intensidad de lluvias, sequias, granizadas y un cambio de la temporalidad de las precipitaciones que inciden en baja producción y la provocación de desastres de diferente índole, con altos costos económicos y sociales.
Constatando el presente análisis se tienen estudios sobre productividad en Latinoamérica que afirman que la brecha de ingresos y crecimiento no se deben solo a la falta de inversión sino también a un déficit crónico de crecimiento de la productividad, afirmando que la productividad laboral en Bolivia es de 9% en relación a la de países de la OECD. Este déficit de productividad, a pesar del crecimiento económico de los últimos años provoca que: “… miles de trabajadores estén condenados a empleos de baja productividad que no pagan lo suficiente para sacarlos, a ellos y a sus familias, de la pobreza…”
Además de la situación de pobreza en el desarrollo de las actividades productivas descritas, la situación de la mujer en estas unidades productivas es alarmante, debido a que se encuentra segregada al comercio con bajos ingresos y poca productividad y, las empresas lideradas por mujeres son en su mayoría unipersonales y de sobrevivencia. Además de la exclusión ellas, deben afrontar la responsabilidad monoparental, situaciones de extrema violencia y un bajo nivel de conciliación entre lo familiar y laboral, lo que impide un ejercicio pleno de sus derechos en especial los derechos económicos.
Durante la gestión 2017, el área de intervención de FAUTAPO, ha estado con- centrada en: 1) el área rural de los departamentos de Tarija, Chuquisaca y Pan- do, con acciones en las áreas urbanas de los departamentos de Tarija, La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí, donde los habitantes centran su desarrollo eco- nómico en el sector primario de la economía, siendo la agricultura, pecuaria, forestal y pesca las principales actividades productivas fuentes de los ingresos familiares. Estas actividades son desarrolladas en la mayoría de los casos (70%) como trabajadoras/ores por cuenta propia, siendo los asalariados rurales en menor porcentaje (30%); y 2) en las áreas urbanas (municipio de Cochabamba, El Alto, Potosí, Oruro y Tarija) donde los habitantes centran su desarrollo en el sector terciario de la economía, constituido por servicios, comercio y otros. Estas actividades son realizadas en porcentajes casi iguales como asalariada/o (48%) y como trabajador/a por cuenta propia (44%).
Es en éste contexto, en el que hace más de 12 años, FAUTAPO viene imple- mentando programas y proyectos con un enfoque de intervención integral y en coordinación con actores público privados, fortaleciendo las unidades productivas rurales y urbanas, mejorando sus capacidades productivas y empresaria- les, a través de un accionar que promueva la productividad y competitividad en el marco del desarrollo sostenible, la equidad de género, el ejercicio de derechos y, la resiliencia al cambio climático, con la finalidad de contribuir al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de las y los bolivianos.